Fotografía de Víctor Carrillo
Para construirme un hogar
tuve que empezar por el desorden.
Ensuciar baldosas para escuchar mis ruidos.
Hubo que tallar poros,
imprimir el gotelé de la pared.
Colocar los libros en el borde de la estantería
para tener la convicción de que si daba un salto grande
(y gritaba a la vez)
se vendrían abajo.
Mi hogar tenía que estar preparado para autodestruirse en cualquier momento sin previo aviso
y pillarme dentro.
Cuando todo está limpio quiere decir que está demasiado sucio.
Hay un vacío (de polvo) encima de la mesa.
Mi desorden establece una escala en cuanto a mí.
Me llevo mi desorden en el bolso.