Imagen de Víctor Carrillo
Cuando la luz prende en los ojos,
ya no hay esfuerzo. Tan solo
convulsiones irregulares, menguantes,
rosadas.
La pupila ya se retorció, ya habitó
el dolor los hogares, y la tos,
los estornudos por la ventana abierta,
en azul intenso, sin lluvia.
No hay viento ni maletas.
Las ciudades agotaron su línea discontinua
en nosotros, en Él, en Ella.
Tras el silencio, Ella
busca, Ella palpa,
Ella atisba su garganta, oxidada,
desgastada por tanto blanco enfrente.
Pero la luz.
Pero la luz.
Un día volverá a ser la chica de los pañuelos de colores.
Y se echará a la carretera.
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De fondo: Cielo drive. Deneuve.